lunes 12 noviembre 2018 11:41 AM
Redactor : Luis Olan
Sor Juana Inés de la Cruz, una de las figuras más representativas de las letras novohispanas, sigue siendo motivo de inspiración para otorgar reconocimientos sociales y literarios.
Juana Inés de Asbaje y Ramírez de Santillana nació en San Miguel Neplantla, Estado de México, el 12 de noviembre de 1651 y pasó sus primeros años de vida en la hacienda de su abuelo; a los tres años aprendió a leer y escribir.
A los ocho años quiso ingresar a la Universidad de México y compuso el prólogo para una festividad; en 1659, su madre la llevó a la capital, donde gracias al sacerdote Martín de Olivas recibió sus primeras lecciones del latín, idioma que llegó a dominar con maestría.
Se cortaba el cabello hasta no conseguir aprender lo que deseaba. En 1665 ingresó como cortesana y de la virreina de la Nueva España, Leonor Carreto, y pronto cobró fama en la corte por su natural belleza y talento.
El 14 de agosto de 19667 ingresó al convento de las Carmelitas Descalzas, desertando tres meses después; para luego ingresar un año más tarde al orden de las Jerónimas, en el convento de Santa Paula, y profesó al año siguiente.
Su obra comprende poesías líricas, dramáticas, alegóricas, sacras, festivas y populares. Hizo confesión general y redactó dos protestas que firmó con su sangre.
El 17 de abril de 1695 falleció de una fiebre maligna, contagiada al cuidar a sus hermanas enfermas durante una epidemia que asoló a México ese año; sus restos descansan en el antiguo convento de San Jerónimo, donde pasó sus últimos años.
Por la importancia de su obra recibió sobrenombres como ‘El Fénix de América’, la ‘Décima Musa’, o la ‘Décima Musa Mexicana’.
Fuente: Milenio/laor/Foto: Archivo
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